TERAPIA EN GRUPO

Es un espacio donde varias personas (con edades y necesidades similares) se reúnen con una psicóloga para trabajar juntas temas emocionales, relacionales o personales. Cada sesión tiene una estructura, pero también mucho espacio para compartir libremente.

Es muy normal sentir eso al principio. De hecho, casi todos llegan con ese miedo. Nadie te va a forzar a hablar si no quieres. Puedes estar, escuchar, observar… y poco a poco, cuando te sientas preparado/a, irás participando a tu ritmo.

Este no es un grupo donde tengas que demostrar nada ni caerle bien a nadie. Es un espacio seguro, donde cada uno viene con lo suyo, con sus dudas, sus cosas en la cabeza, y donde se construye confianza con el tiempo.

No hace falta que encajes. Solo hace falta que seas tú.
Y si no te sientes bien en el grupo, también lo hablamos. Lo importante es que tú estés a gusto.

Durante la adolescencia, los chicos y chicas están construyendo quiénes son: sus valores, su personalidad, su forma de estar en el mundo. En un grupo terapéutico, pueden expresarse libremente, escuchar a otros que atraviesan experiencias similares y sentirse reconocidos. Esta validación mutua les ayuda a poner palabras a lo que sienten, cuestionarse de forma segura y reforzar su identidad.

Además, aprenden a identificar y gestionar emociones, lo que les permite madurar emocionalmente y tomar decisiones más conscientes.

Durante la adolescencia, los chicos y chicas están construyendo quiénes son: sus valores, su personalidad, su forma de estar en el mundo. En un grupo terapéutico, pueden expresarse libremente, escuchar a otros que atraviesan experiencias similares y sentirse reconocidos. Esta validación mutua les ayuda a poner palabras a lo que sienten, cuestionarse de forma segura y reforzar su identidad.

Además, aprenden a identificar y gestionar emociones, lo que les permite madurar emocionalmente y tomar decisiones más conscientes.

• Práctica real de habilidades sociales: conversar, escuchar, dar y recibir opiniones… todo en un entorno seguro.

• Aprender a poner límites y a comunicarse de forma más clara y respetuosa.

• Fomentar la empatía, al escuchar lo que viven otros sin juzgar.

• Reducir el miedo al rechazo y ganar confianza en las interacciones sociales.

• Desarrollar sentido de grupo, lo que les ayuda a sentirse parte de algo sin tener que forzarse a encajar.

• Vergüenza inicial: muchos adolescentes vienen con miedo a hablar o a sentirse juzgados.

• Diferencias de madurez emocional, incluso en el mismo rango de edad.

• Resistencia al vínculo terapéutico: algunos llegan por iniciativa de los padres, no propia.

• Dificultad para mantener la confidencialidad grupal, sobre todo al principio.

• Desconfianza hacia el adulto que guía: necesitan tiempo para comprobar que no van a ser juzgados ni corregidos.

Por eso es clave un clima cálido, normas claras y dinámicas que fomenten la seguridad y la conexión.

Sentirse escuchado, aceptado y valorado por otros adolescentes tiene un impacto directo en la autoestima. Cuando pueden compartir sus emociones sin miedo a ser juzgados y reciben feedback positivo, los adolescentes empiezan a verse con otros ojos.

Además, compartir historias similares ayuda a normalizar lo que sienten, quitarse etiquetas negativas y construir una imagen más realista y compasiva de sí mismos.

Las sesiones combinan momentos de conversación libre con dinámicas adaptadas a su edad: juegos de rol, ejercicios de expresión emocional, reflexiones en grupo, actividades creativas (como collage o escritura), pequeñas prácticas de comunicación… Siempre buscando que se sientan cómodos y conectados.

• Círculos de palabra donde todos pueden hablar desde la experiencia sin interrupciones.

• Juegos de rol o pequeñas dramatizaciones para ponerse en el lugar del otro.

• Dinámicas de “yo también”, donde se comparten situaciones comunes y se genera identificación.

• Talleres creativos: dibujo, escritura o collage emocional, donde se expresa lo interno de forma simbólica.

• Actividades de confianza grupal, como trabajos por parejas o dinámicas cooperativas que refuercen el vínculo.

• Reflejo positivo: cada miembro del grupo recibe devoluciones sinceras sobre lo que los demás valoran de él o ella.